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Llamadas Oportunas

La Única Paz de Mente

Vol. 2                                                                          N0. 43, 44

 

UNA CUMBRE MUERTA,

UN VÁSTAGO O UN RETOÑO ¿CUAL?

 

LAS SEÑALES DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO, O LAS SEÑALES DEL REINO ¿CUALES?


 

 

 

MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA

Fidelidad a los Principios

 

Para nuestra meditación esta tarde, leeré de Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, página 40, el último párrafo.

 

“Tenemos ejemplos notables del poder sustentador de los firmes propósitos religiosos … La profunda fosa de los leones no le impidió a Daniel hacer sus oraciones diarias, como tampoco pudo el horno ardiente inducir a Sadrac y sus compañeros a postrarse ante el ídolo erigido por Nabucodonosor. Los jóvenes de principios firmes se obtendrán de los placeres, desafiarán el dolor, afrontarán aún el foso de los leones y el ardiente horno de fuego antes que ser hallados desleales a los principios de Dios. Fijaos en el carácter de José. Su virtud fue severamente probada, pero el triunfo de la misma fue completo. Sobre cada punto el noble joven resistió la prueba. El Señor estaba con él y su palabra era su ley”. – Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, páginas 40-41.

 

Ahora pidamos para que tengamos la religión de David, de Daniel, de José. Estos hombres eran sólo unos jóvenes cuando entraron a sus respectivas carreras, con todo fueron tan firmes a sus convicciones como la brújula al polo. No divagaron de un sólo deber o principio justo, sin importar la presión o circunstancias. Su estabilidad de carácter y Celo para hacer el mundo mejor, persuadió al Señor para hacerlos reyes. Ahora debemos orar para que seamos obstáculos, sino que seamos edificadores en el camino de la civilización; que en lugar de meramente ocupara un espacio, seamos vides fructosas en la gran viña del Señor.

 

 

Copyright, 1954

Todos los derechos reservados

V.T. HOUTEFF

 

 

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UNA CUMBRE MUERTA, UN VÁSTAGO, O UN RETOÑO ¿CUAL?

 

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 1 DE ENERO DE 1949

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

 

Todas las gentes que durante las edades han abrazado un fresco mensaje de Dios, han sido tildadas como “vástagos” y consideradas peligrosas – algo de lo cual uno tiene que cuidarse si no quiere ser balanceado, como si fuera, apuñaleado, atrapado, algo así tan mal, o difícil de decir que.

 

Como usted sabe, nosotros, también, somos tildados como tales y somos acusados de dejar la Denominación aun tanto como fueron acusados los apóstoles de abandonar el Judaísmo y tomar el Cristianismo. En realidad los Apóstoles no dejaron nada, porque no sólo llevaron con ellos toda la verdad que el Judaísmo tenía, sino que continuaron con la fresca Verdad de Dios también, mientras el Judaísmo retrocedió. Los apóstoles, además, hubieran permanecido en la sinagoga si los Judíos no los hallan echado. Por esto los apóstoles fueron llamados “vástagos”, o algo semejante.

 

De igual modo nosotros no hemos salido de la Denominación, sino que hemos sido sacados de nuestras respectivas iglesias y forzados a continuar con otro nombre, Davidianos Adventistas del Séptimo Día – y todo esto por ninguna otra razón que por

 

 

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abrazar la Verdad adicional enviada del cielo que da poder y fuerza al mensaje Adventista (Primeros Escritos, página 277), y lo cual nos hace mejores Adventistas del Séptimo Día de lo que hemos sido o pudiéramos ser de otra manera.

 

Ahora, si nosotros somos “vástagos” por caminar en la luz que el cielo envía de tiempo en tiempo para guiar al pueblo de Dios en el camino de la Verdad y la Justicia, entonces me gustaría saber lo que nuestros hermanos piensan que son ellos mismos, porque por la misma señal de lógica la Denominación Madre, la Adventista del Séptimo Día, ella misma es un vástago de otra denominación. Además, esto también es verdad de todas las denominaciones Protestantes, porque son vástagos de la Católica; y la Apostólica es un vástago de la Judía. ¿Quién, entonces, fuera de los Judíos no es un vástago? De hecho, si retrocedemos hasta el tiempo de Abraham, encontraremos que aun los Judíos fueron un vástago de algo antes de su tiempo. Por lo tanto si los vástagos han de ser rehuidos, odiados, y detestados, entonces ¿por qué hay Cristianos? Y si esto es algo para que abran los ojos los que piensan de sí mismos ser algo diferente de un vástago, deberían ahora sin demora aplicar para ser admitidos en la Sinagoga, o empezar a comportarse como hombres de Dios.

 

Ve usted Hermano, Hermana que si no fuera por los “vástagos”, por los que se han sostenido en su fuerza para pararse por la verdad Presente, por “alimento a su tiempo” (Mateo 24:45), ninguno de nosotros hubiera tenido jamás una oportunidad para ser Cristianos – Protestantes, Adventistas, o Davidianos. Todos hubiéramos sido miembros de la Sinagoga abandonada de Dios, si de algo. De hecho,

 

 

 

 

 

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no hubiéramos tenido la religión de la Biblia, porque los mismos Judíos se han apartado aun de lo poco que habían retenido de ella hace 2000 años. Entonces, ¿no deberíamos estar agradecidos por la fidelidad de los vástagos que han sido antes de nosotros (si tales fueran) y de quien Cristo es el primero? Estoy orgulloso de ser llamado un vástago con mi Señor. Por lo tanto me gusta ser un vástago, pero me desagrada ser una cumbre muerta.

 

Nuestros hostiles hermanos, erróneamente nos están llamando “vástagos”. Rectamente deberíamos ser llamados “retoños”, porque eso es lo que la Verdad adicional le hace a la Iglesia y a cualquiera que la acepta. Un árbol que no echa un retoño en la estación que debería, o se está muriendo o ya esta muerto. Claramente, entonces, sin nosotros “retoños”, los hermanos no tendrían oportunidad de sobrevivir el mal Laodicense, ni oportunidad de alcanzar el Reino de gloria. Estarían, mientras están muriendo, siempre soñando ser ricos y estar enriquecidos, aunque el Señor mismo muestra que son “cuitados, y miserables, y pobres, y ciegos, y desnudos” (Apocalipsis 3:17), y no lo saben. ¡Cuán agradecidos deberían estar con nosotros que hemos sufrido sus dardos feroces por causa de la Verdad!

 

En el capítulo veinte de Mateo encontramos cinco retoños semejantes. ¿Le gustaría saber quienes son estos retoños? Para facilitar su estudio, he preparado esta gráfica, y ahora es su oportunidad para mirarla de cerca y considerarla fielmente.

 

 

 

 

 

 

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Esta gráfica es una reproducción de la parábola que se encuentra en el capítulo veinte de Mateo, la parábola en la que el Señor muestra que el Padre de Familia, Dios, en el curso del tiempo contrató obreros en cinco ocasiones diferentes.

 

 

 

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Ahora leamos la parábola:

 

Mateo 20:1-7 – “Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.

 

Los primeros obreros, por supuesto, fueron los Judíos en el tiempo de Moisés. Ahora puesto que los siguientes, los que fueron contratados a la tercera hora fueron los Cristianos, resulta que el día (las doce horas alegóricas de la parábola en que se hace realmente la contratación) es símbolo del período de tiempo. Es el tiempo en que la Palabra de Dios escrita, la Biblia, aparece y resplandece directamente a la humanidad – el período desde el tiempo de Moisés.

 

Entretanto que los primeros obreros, los Judíos, son los que fueron contratados “por la mañana” del día, el tiempo que Moisés comenzó a escribir la Biblia (la luz de Dios) e hizo que resplandeciera en el mundo, trajo el día, la palabra “por la mañana” implica por lo tanto que el período que precede a la

 

 

 

 

 

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aparición de la Biblia es la noche parabólica, cuando no había Biblia en la tierra. No había luz espiritual directa, sino sólo indirecta – a manera de la luna. Finalmente, entonces, el período antes de Moisés y el período después de Moisés (el período sin la Biblia y el período con la Biblia) completan el ciclo de veinticuatro horas simbólicas en las cuales el Señor basó su parábola, y de la cual esta gráfica (página 6) es una reproducción.

 

Hemos visto que la ausencia de la luz de la Biblia antes del tiempo de Moisés hizo que el tiempo fuera simbolizado por la noche, y la presencia de la luz de la Biblia desde el tiempo de Moisés, hizo que ese período fuera llamado día.

 

Siendo los Judíos el primer grupo de obreros, y los segundos los Cristianos, las tres siguientes llamadas consecuentemente apuntan a otros tres grupos en la era Cristiana quienes han sido comisionados para ir a la viña. Allí han de predicar algo tan original como fue el sistema ceremonial de adoración que predicó Moisés; y también tan original como la crucifixión, resurrección, y ascensión de Cristo que los apóstoles predicaron, porque el mensaje de uno debe ser comparable al mensaje del otro; es decir, si los dos primeros mensajes fueron originales, los últimos tres también deben ser originales. El único tal mensaje original dado después de la predicación de los apóstoles es el de los 2300 días proféticos de Daniel 8:14. Siendo predicado primero por los Adventistas del Primer día pronto después de 1820 d.C. (El Conflicto de los Siglos, página 378), y siendo el tercer mensaje en la corriente del tiempo parabólico, el reloj sonó las seis en 1820 d.C.

 

 

 

 

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La siguiente llamada de obreros para predicar algo tan nuevo y tan original vino en el año 1844. Fue la purificación del Santuario después que de los 2300 días proféticos habían pasado, y fue predicado en conexión con el Séptimo Día Sábado. Ese grupo de siervos se llamaron Adventistas del Séptimo Día. Ellos proclamaron, “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:7.

 

La novena hora parabólica, por lo tanto, sonó con el surgimiento de los Adventistas del Séptimo Día. Pero el hecho de que hay otra llamada de obreros, los de la hora undécima, los últimos, muestra que después del mensaje de 1844 hay otro tal mensaje original y también un nuevo grupo de obreros para proclamarlo. Este mensaje, el mensaje de la hora undécima, además, será un movimiento laico, porque los obreros fueron encontrados ociosos en busca de empleo en la plaza.

 

La “plaza” donde se nos dice que fue el Maestro en busca de los obreros, es por supuesto, la iglesia, porque el Señor elige sus siervos únicamente de entre su pueblo instruido.

 

¿No necesitamos que se nos recuerde una y otra vez que en la introducción de cada mensaje el Padre de Familia se vio forzado a contratar nuevos obreros de entre los laicos? ¿Y no están los ministros siempre en alto, haciendo todo lo que pueden para prevenir que otros vengan en contacto con los mensajes? ¡Qué serio pensamiento! ¡Qué responsabilidad

 

 

 

 

 

 

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descansa sobre los hermanos que apacientan el rebaño!

 

 La pregunta “¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?” Definitivamente está diciendo que los que son contratados no son de los que estaban ya trabajando, no del ministerio. Y la respuesta, “Porque nadie nos ha contratado”, hace enfático que los obreros de la hora undécima son de los laicos fieles, los que están ansiosamente esperando servir al Señor, pero que previamente no les ha sido dada la oportunidad.

 

De este último mensaje la Inspiración amonesta a la Denominación dejando en el registro las líneas que leeré ahora:

 

“Vi ángeles”, dice la Hermana E. G. de White, “que apresuradamente iban y venían de uno a otro lado del cielo, bajaban a la tierra y volvían a subir al cielo, como si se prepararan para cumplir algún notable acontecimiento. Después vi otro ángel poderoso, al que se ordenó que bajase a la tierra y uniese su voz a la del tercer ángel para dar fuerza y vigor a su mensaje … Este mensaje parecía ser un complemento del tercer mensaje, pues se le unía como el clamor de media noche se añadió en 1844 al mensaje del segundo ángel. – Primeros Escritos, página 277. ¿Y qué será ese mensaje sino una urgente preparación para el juicio de los vivos?

 

De nuevo leo:

 

Que el Cielo os Guíe

 

La profecía debe cumplirse. El Señor dice:

 

 

 

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‘He aquí, yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día de Jehová grande y terrible’. Alguien ha de venir con el espíritu y el poder de Elías, y cuando aparezca los hombres pueden decir: ‘Ud. es demasiado reciente, no interpreta las Escrituras de la debida manera. Permítame que le diga cómo debe enseñar su mensaje’” – Testimonios para los Ministros, página 475.

 

(Si desea estudiar la parábola con todos sus detalles, puede hacerlo leyendo La Vara del Pastor, Volumen 2, páginas 222-239).

 

Ahora vemos que los así llamados “vástagos” Cristo mismo los llama siervos de Dios. Podemos por lo tanto honesta y sinceramente preguntar, ¿puede la iglesia y el mundo llevarse bien sin los impopulares “vástagos”? La respuesta es simple: Si pudieran habérsela llevado bien sin los obreros de la primera hora, y sin los obreros de la tercera, sexta, y novena horas, entonces la iglesia y el mundo pueden llevarse bien sin los siervos de la undécima hora (los así llamados vástagos), también. ¿Pero con tal triste condición, cómo sería el mundo?

 

Además, puesto que el anuncio de la separación de los santos de los pecadores se origina con los obreros de la hora undécima, y puesto que ellos han de pregonar y decir, “Despierta, despierta, vístete tu fortaleza, oh Sion; vístete tu ropa de hermosura, oh Jerusalén, ciudad santa: porque nunca más acontecerá que venga a ti incircunciso ni inmundo” (Isaías 52:1): y también decir “He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que pregona la paz. Celebra, oh Judá,

 

 

 

 

 

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tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más pasará por ti el malvado, pereció del todo”. (Nahum 1:15); resulta que sin el mensaje y los obreros de la hora undécima, la Iglesia, Sion, sería dejada durmiendo para siempre, para nunca mirar los pies del que trae buenas nuevas, del que publica la paz, y para nunca ponerse sus ropas de hermosura, y nunca estar preparada para el Reino.

 

Yo digo que si es dejada en semejante infeliz y profano estado los mismos elegidos quedarían para siempre inmundos y no santificados – ¡engañados! Y puesto que los obreros de la hora undécima, los Davidianos, a quienes este mensaje de la purificación, “el juicio de los Vivos”, es encomendado, entonces los que por causa de él son nuestros enemigos, los que están haciendo todo lo que pueden para mantener al pueblo común ignorante de la Verdad y de venir en contacto con el, son los mismísimos que se esfuerzan para engañar “a los mismos elegidos”, si fuese posible. Gracias a Dios que es imposible.

 

Deberíamos, por lo tanto, proclamar estas buenas nuevas de paz con aun mas grande celo que nunca, porque el Señor manda:

 

“Por tanto, di a la casa de Israel” la iglesia, “Así ha dicho Jehová el Señor: … santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las

 

 

 

 

 

 

 

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tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios”. Ezequiel 36:22-28.

 

No haría para nosotros pasar livianamente estos versículos de la Escritura como nosotros y toda la Denominación lo hemos estado haciendo hasta ahora. Todos deberíamos notar cuidadosamente que el Señor se ha de santificar a sí mismo tomando sus escogidos de entre los paganos, y de todos los países, y traerlos a su propia tierra, a la tierra de sus padres. “Luego”, cuando regresen a la tierra de sus padres, dice la escritura, él esparcirá agua limpia sobre ellos, y así serán limpiados de todas sus inmundicias y de todos sus ídolos. Entonces y allí se les dará un nuevo corazón, y un nuevo espíritu, y caminarán en los estatutos de Dios y guardarán sus derechos. A esto agrega el Señor:

 

“No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel. Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será

 

 

 

 

 

 

 

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labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron.

 

Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré.

 

“Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños. Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová” Ezequiel 36:32-38.

 

Nadie se atreva a decir que estas promesas ya se han cumplido, y nadie se atreva a decir que son post-mileniales. Piense en ellas y estúdielas de nuevo, Hermano, Hermana. No las descarte livianamente, porque ellas son su vida. Significan su salvación, su destino, su eternidad. Nadie que no participe en esta purificación está habilitado para vivir y reinar con Cristo durante el milenio.

 

Finalmente, los que nos echan, y que hablan maldad contra nosotros, los que están peleando desesperadamente para mantener el mensaje lejos del pueblo, estoy seguro que ahora puede ver claramente, son los mismísimos que son usados por el líder rebelde para engañar “si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24). Ellos son los que nos echan fuera de las iglesias

 

 

 

 

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que nosotros les ayudamos a edificar; los que están amenazando a los laicos, prohibiéndoles leer la literatura, y mandándoles consignarla a la estufa para mantenerlos ignorantes del mensaje de Dios de la hora. Todos sus esfuerzos, entonces, vendrán a nada tan ciertamente como los esfuerzos de los líderes Judíos contra el primer advenimiento de Cristo.

 

Por esta obvia razón la iglesia no puede llevársela bien sin nosotros “vástagos”, o mejor dicho “retoños”, y todavía ser salvada por la eternidad. Permítame leer las promesas y estímulos de Dios para todos nosotros:

 

“Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos”. (Isaías 66:5)

 

¿Están Los Davidianos, Su Mensaje, y Su Éxito

en la Profecía?

 

Ahora a esta pregunta, yo digo que deben estar si Dios es responsable de su existencia. Por tanto vaya conmigo a

 

Oseas 1:10-11 – “Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. Y se congregarán los

 

 

 

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hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un sólo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande”.

 

Aquí vemos que los Judíos habían de ser rechazados de ser el pueblo de Dios, y usted bien sabe que esto pasó cuando el Señor les dijo: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta”. Mateo 23:38.

 

No obstante la profecía continúa y proyecta al tiempo de la congregación, el tiempo en que el penitente pueblo de Dios levantará para sí una cabeza, un rey. Estos, por supuesto, no son los inconversos Judíos de hoy, sino que son los descendientes de entre los que han sido asimilados por las naciones y por la iglesia Cristiana, de los que han perdido su identidad y que son ahora “como la arena del mar” en número, pero que ahora como Gentiles (gentiles a los suyos y al miope conocimiento del mundo) han aceptado a Cristo. (Usted que ha perdido mis estudios pasados sobre el tema, puede leer de Llamadas Oportunas, Volumen 1, N° 29 y del Tratado No. 8, El Monte de Sion a la Hora Undécima, páginas 7-17).

 

¿Quién es la cabeza terrenal, el rey, que las Escrituras dicen que el pueblo “levanta” en el tiempo que se congregan? – Permítame leer,

 

Oseas 3:4-5 – “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios,

 

 

 

 

 

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y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días”.

 

En esta parte de la profecía, vemos, se nos dice que después que han morado entre los Gentiles por “muchos días” si un rey, y sin ninguna señal de identificación (habiendo estado completamente perdidos a la vista como nación y como pueblo), finalmente tendrán al antitípico David que gobierne sobre ellos. Este no será el antiguo David ya que él estaba muerto cuando se hizo esta profecía. Este prometido David tampoco puede ser Cristo mismo, porque Cristo es el hijo de David (Mateo 22:42), ni David mismo; y él, además, se sentará en el trono de David (Lucas 1:32), entonces David debe tener un trono sobre el cual sentarse.

 

Además, notará que Oseas 1:11 promete que el día de Jezreel será grande. ¿Y quién es Jezreel? – Bueno, en este capítulo encontramos que es el primer hijo de Oseas en la alegoría. En esa parte de la alegoría que pertenece a la dispensación Judía, y que se encuentra en el primer capítulo de Oseas, los nombres de los hijos tienen el prefijo “Lo”. Pero en la parte de la alegoría que se aplica a la dispensación Cristiana, al tiempo de congregación, como se ve en el capítulo 2, las letras “Lo” son quitadas, de igual modo que el título “Judío” lo encontramos quitado por la iglesia del Nuevo Testamento y el título “Cristianos” puesto en su lugar. (Encontrará un estudio detallado de estos capítulos en el Tratado No. 4,    Las Ultimas Noticias para la Madre). El segundo capítulo de Oseas comienza con la orden:

 

 

 

 

 

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Oseas 2:1-5 – “Decid a vuestros hermanos: Ammi; y a vuestras hermanas: Ruhama. Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos; no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed. Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida”.

 

Obviamente esto es lo que Dios está mandando a Jezreel, el primero de los tres hijos, hablar a sus hermanos Ami y a sus hermanas Ruhama, que en la alegoría son simbólicos de los laicos, ambos varones y hembras. A la madre que se le manda que reformen es, por supuesto, símbolo del ministerio, de los que traen los conversos a la familia. Al que Dios habla (Jezreel), por lo tanto, es símbolo de un profeta. Aquí claramente vemos que el “reavivamiento y la reforma” no vienen a través del ministerio (la madre) sino a través de los laicos, los hijos, y que el ministerio (la madre) está en necesidad aun más grande de reforma que los laicos, porque la madre es acusada de deslealtad y por los hijos se le aconseja que se reforme. Esto es ciertamente un movimiento laico dirigido por el Espíritu de Profecía, por el mensaje y el esfuerzo de Jezreel inspirado del cielo.

 

El hecho que el día de Jezreel será grande, junto

 

 

 

 

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con el hecho que él es un símbolo de un profeta, prueba que no solamente el mensaje Davidiano mismo está en profecía, sino que también su éxito y la necesidad de reforma están registrados allí. Aquí vemos que los esfuerzos malvados del Enemigo para sofocar el mensaje y para hacer la obra de Jezreel sin efecto vendrán a nada, porque “grande será el día de Jezreel”, dice el Todopoderoso, mientras trae a todo su pueblo de la tierra (Oseas 1:11).

 

El mensaje a los Laodicenses, también, es dirigido al ministerio, porque el Señor dice:

 

Apocalipsis 3:14-16 – “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

 

Aquí, también, el ángel (el ministerio), que tiene cargo de la iglesia, es censurado de nuevo y claramente se le requiere que se reforme.

 

Ezequiel también es testigo de esta “alarmante revelación”, porque El declara que la purificación comienza “con los varones ancianos que estaban delante del templo” (Ezequiel 9:6). Vayamos a la profecía de Ezequiel:

 

Ezequiel 9:1-10 – “Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce. Y la gloria del Dios de

 

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Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

 

“Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

 

“Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad. Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

 

“Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve. Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas”.

 

No en el mundo, sino en Judá e Israel, en la

 

 

 

 

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iglesia, la iniquidad es grande, y allí toma lugar la matanza. Además, la multitud que está tramando y excusando las abominaciones son inconscientes de que están actuando como si el Señor hubiera abandonado la tierra, como si él la halla dejado para que ellos la manejaran e hicieran con su pueblo como les plazca.

 

Aquí vemos lo que significa oír la Vara, y lo que significa cerrar sus oídos a ella.

 

La purificación de la Iglesia (el juicio de los vivos) es, por medio del profeta Daniel en el capitulo 7, versículo 10 llamada el juicio, y el capitulo 8, versículo 14, es llamada la purificación del Santuario. Cristo, en una de sus parábolas compara la purificación a la cosecha en la cual la cizaña (pecadores) son quemados, y el trigo (los santos) son puestos en el alfolí (en la Iglesia purificada – El Reino). Después la compara a una red de la cual, después de ser sacada a la orilla, el pescado malo (pecadores) es echado fuera, y el pescado bueno (los santos) puesto en vasos.

 

Cuando los que no reciben la marca, y así ni el sello, son quitados, entonces la iglesia aparecerá “hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden” (Profetas y Reyes, página 535), y “sólo los que han vencido la tentación en la fuerza del Todopoderoso se les permitirá tener una parte en proclamar [El Mensaje del Tercer Ángel] cuando se intensifique hasta ser un Fuerte Pregón”. – Review and Herald, Noviembre 19, 1908.

 

 

 

 

 

 

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Veamos ahora lo que toma lugar después que la multitud que ama las abominaciones cae bajo las armas destructoras de los ángeles; veamos lo que es hecho por los que son dejados. Para mirar esto de nuevo vamos a la profecía de Ezequiel:

 

Ezequiel 37:16-28 – “Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.

 

“Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno sólo en tu mano. Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?,

 

“Diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un sólo palo, y serán uno en mi mano.

 

“Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos.

 

“Y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra.

 

“Y los haré una nación en la tierra, en los

 

 

 

 

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montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.

 

“Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.

 

“Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un sólo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.

 

“Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre.

 

“Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

 

“Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre”.

 

 

 

 

 

 

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Aquí vemos que Dios no sólo limpiará su iglesia (Judá e Israel) quitando todos los que contaminan su casa de oración, sino que después él reunirá a su iglesia purificada todos los dispersados que han descendido de ambos el Reinos de Israel (las diez tribus) y del Reino de Judá la iglesia de Laodicea. El los hará una nación, sobre la cual, antes del Milenio, gobernará el antitípico David, su rey. No serán molestados mas por los paganos; no estarán mas entre los pecadores; no serán mas alimentados por una multitud de pastores, sino sólo por uno – por Jezreel. Sus esfuerzos y el esfuerzo de sus colaboradores, los laicos, tendrán éxito así la madre (el ministerio) escuche o deje de escuchar.

 

Claramente, vemos, que los Davidianos, su mensaje y su éxito están en profecía.

 

¿Está La Literatura de la Vara del Pastor

también en la Profecía?

 

A esta pregunta el profeta Miqueas responde:

 

Miqueas 6:9 – “La voz de Jehová clama a la ciudad, y el sabio mirará a tu nombre. Oíd la vara, y a quien la establece”.

 

Ahora ha escuchado a Dios mismo recomendarle que oiga la Vara – si, La Vara del Pastor, porque desde los días de Miqueas La Vara del Pastor es la única vara que

 

 

 

 

 

 

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ha hablado, la única vara que puede ser leída y oída. El sabio mirará a su nombre, y escucha su voz y también al que la ha establecido. Ellos llenarán sus vasos con el “aceite” extra (Mateo 25:4), dice el Señor.

 

Así se ve que no sólo la literatura de la Vara está en profecía, sino que se le aconseja que la oiga. Si descuida esta oportunidad, naturalmente se encontrará con los pecadores excusando las abominaciones en la iglesia. Pero si da atención ahora a la Voz de Dios por medio de la Vara, usted recibirá el sello de la aprobación de Dios.

 

¿Qué Harán los Santos Después de la Separación?

 

Para luz sobre este tema, vayamos a Isaías, el profeta

 

Isaías 66:15-16, 19-20 – “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados …

 

“Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones.

 

“Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en

 

 

 

 

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carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”.

 

Después de la matanza de los pecadores quien dice en sus corazón el Señor tarda su venida, y quien come y bebe con los borrachos (Mateo 24:48-49), es entonces que el Señor envía a los que escaparon de la matanza del Señor en un viaje misionero; El los envía, observamos, a los Gentiles, a las naciones que aun no han conocido a Dios y su mensaje. Los escapados traen a la casa del Señor a todos sus hermanos, todos los que serán salvos. Así es terminada la obra del evangelio, y así es el pueblo de Dios salvado y sacado de Babilonia antitípica (Apocalipsis 18:4) a un lugar limpio donde no hay pecado ni peligro de que las plagas de Babilonia caigan sobre ellos.

 

Estoy seguro que ahora usted ve claramente porque los Davidianos Adventistas del Séptimo Día no son “vástagos” sino por el contrario “retoños”, y que significa oír la Vara y al que la establece, también como que significa dar la espalda contra ella.

 

Ahora puede inteligentemente hacer su decisión en cuanto a que posición tomará. Usted puede tomar su posición con los opositores contra la Verdad y la reforma, o puede tomar su posición por la Verdad de Dios con sus mensajeros, y reformando su propia vida puede guiar a otros a hacer lo mismo. Lo que decida sabrá que es su propia elección. Dios, quien realmente conoce lo que es mejor para su propio interés le aconseja

 

 

 

 

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seguirle a El para hacer lo que la Verdad instruye. Espero que este será su elección sincera y así el gozo de su vida, que nunca consentirá ser una “cumbre muerta”, sino que ansiosamente decidirá ser un “retoño” vivo. También espero que ninguno de ustedes permitirá a los enemigos de Dios decirle de estas verdades reveladas de estos hombres olvidados de las Escrituras, porque usted ya sabe que los opositores de la Verdad no tienen nada oficial, nada autoritario, y nada lógico o significante que ofrecerle sobre estas verdades no reveladas antes. Si, espero que no cambie estas “perlas de gran precio” por basura y rastrojo.

 

 

 

 

 

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LAS SEÑALES DE LA VENIDA DE CRISTO O

LAS SEÑALES DEL REINO ¿CUALES?

 

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 22 DE ENERO DE 1949

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

 

Nosotros como estudiantes y maestros del evangelio por años hemos vivido sumamente en las señales de la segunda venida de Cristo, pero no del todo en las señales del Reino. Como resultado de esto, el Cristianismo teóricamente ha mezclado las señales del Reino con las señales del segundo Advenimiento.

 

Algo similar a esto es lo que los antiguos Judíos hicieron cuando estaban esperando la primera aparición del Mesías. De acuerdo a su comprensión privada estudiaron profundamente las señales de la restauración del Reino, pero no tanto las señales de la venida del Mesías. Así fue que cuando se les dijo que el Mesías había venido pero no el tiempo para restaurar el Reino, los lideres de los Judíos, tomaron por concesión que su interpretación privada (no inspirada) de las Escrituras era infalible, rechazaron el mensaje de ese tiempo. Luego en un intento para salvaguardar su influencia sobre el pueblo común y para subyugarlos a su manera de pensar, crucificaron al Señor, su Salvador y Rey como también mataron a los profetas que fueron antes de él. Su insistencia que el Reino sería restaurado en su tiempo, no les benefició.

 

 

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El hecho mismo que la Cristiandad está dividida y confundida, uno creyendo una cosa y el otro algo mas, es en sí evidencia suficiente que además de estar en total oscuridad de las señales del Reino por la interpretación privada de las Escrituras, la Cristiandad debe estar en tinieblas de muchas otras cosas también. En tal estado de confusión de fe, la Cristiandad definitivamente no es mas guiada por el Espíritu de Verdad, que lo que fueron los rebeldes Judíos. La experiencia pasada enseña, de cualquier modo, que tratar de convencer a la multitud de este hecho sería una tarea tan formidable como convencer a los Judíos aun en este tiempo que Cristo es el Mesías que había de venir. La dificultad, por supuesto, descansa en el hecho que difícilmente un teólogo permite la posibilidad que su entendimiento de la Biblia podría estar al menos en una medida errónea, y que la Inspiración podría casi en cualquier momento manifestarse de nuevo, desarrollar el rollo y traer Verdad oportuna, “alimento en la estación”, y exponer así su mezcla de la así llamada verdad.

 

Ahora con todo respeto y sinceridad, por la autoridad de las Escrituras y por la virtud de los hechos ante mí, digo que sería más fácil que una gallina encontrara su gallo en la oscuridad de la noche que para una mente no inspirada revelar las profecías y las parábolas. La diferencia entre las dos es que la gallina se da cuenta de la ineficacia de tratar de encontrar su gallo después de la puesta del sol, pero el hombre obstinado no se da cuenta que no puede revelar la Verdad a su propia voluntad y sin luz de lo alto.

 

Como Cristianos obviamente hemos fracasado en notar que si las cosas secretas de Dios no importa cuan simples, habían

 

 

 

 

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de ser abiertas en cualquier tiempo por alguien, la Inspiración nunca en primer lugar las habría ocultado en símbolos y parábolas. El Cristianismo todavía está ciego al hecho que intentar romper los misterios de Dios sería intentar frustrar sus propósitos; si, tratar de romper el código Divino, es tratar lo imposible. Por ejemplo, aun cuando vino el tiempo para que el libro sellado con siete sellos fuera abierto (Apocalipsis 4 y 5), nadie en el cielo o en la tierra podía hacerlo, sino sólo “el león de la tribu de Judá” podía desatar los sellos y mirar las cosas que después le fueron mostradas a Juan, el Revelador. Y aunque Juan las escribió, él mismo no las pudo explicar antes de tiempo. ¿Entonces cómo podemos hacerlo nosotros antes de tiempo y sin la Inspiración del mismo Espíritu que las dictó? La Palabra de Dios claramente amonesta:

 

2ª Pedro 1:19-21 – “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.

 

Nadie, dicen las Escrituras, puede privadamente (sin Inspiración) revelar las profecías, porque, dice el Apóstol, como la profecía no vino por esfuerzo privado  – no por voluntad de hombres, sino por los santos hombres y el Espíritu –  tampoco puede ser de interpretación privada, sino únicamente por santos hombres guiados por el Espíritu Santo. Además, aun

 

 

 

 

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que la profecía es así interpretada, sólo a los justos (los penitentes) es dado el don de entenderla (Daniel 12:10).

 

Puesto que nosotros como pueblo conocemos algunas de las señales de la segunda venida de Cristo, y ninguna de las señales del Reino, ahora deberíamos de concentrarnos en las señales del Reino.

 

Mateo 13:24-30 – “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

 

La parábola del Reino, notamos, contiene tres períodos de tiempo: Primero, el período de sembrar la semilla – el tiempo del ministerio de Cristo; segundo, el período de crecimiento – el tiempo desde la ascensión de Cristo hasta la cosecha; tercero, el tiempo de la cosecha – un corto período de

 

 

 

 

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tiempo “al fin del mundo” (Mateo 13:49), el período en que la tierra es iluminada con la gloria del ángel (Apocalipsis 18:1), y en que todo el pueblo de Dios es llamado a salir de Babilonia (Apocalipsis 18:4). Entonces los que no respondieron a esta llamada de reunión clamarán: “Pasóse la siega, acabóse el verano, y nosotros no hemos sido salvos” (Jeremías 8:20). La “cosecha”, por lo tanto, es “el fin del mundo” (Mateo 13:49). Comienza en la iglesia y termina en Babilonia.

 

La obra de la cosecha, obviamente, es sinónima del Juicio que decide quien es la cizaña y quien es el trigo – quienes serán quemados y destruidos como malezas perniciosas, y quienes son como precioso trigo para ser admitido en el “alfolí”, el Reino. Así es que el Juicio es la purificación del Santuario (Daniel 8:14), “la casa de Dios”, el templo al cual el Señor vendrá súbitamente y purificará sus siervos, los Levitas. Aquí está la manera como la escritura describe esta última.

 

Malaquías 3:1-3, 5 – “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia … Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto

 

 

 

 

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testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos”.

 

¿Cuánta producción de frutos dará la cosecha? Si los 144.000 son “las primicias” (Apocalipsis 14:4), entonces debe haber “segundos frutos”, porque donde no hay segundos no puede haber primeros. La palabra “primicias” absolutamente necesita segundos frutos.

 

¿De dónde vienen los primeros frutos, y de dónde vienen los segundos frutos? Claramente se nos dice que los primeros frutos son Israelitas – de todas las doce tribus de Israel (Apocalipsis 7:4-8). Israel ciertamente representa la membresía de la iglesia al tiempo que son sellados; el título “Israel” no puede interpretarse que significa el mundo. Los primeros frutos, por consiguiente, son cosechados de la iglesia en el tiempo que comienza la separación. La palabra “sellados” significa ser puestos en un lugar seguro – sellado. Esto es exactamente lo que el apóstol Pedro dice:

 

1ª Pedro 4:17-18 – “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?”.

 

Ahora, entonces, si el Juicio comienza primero en la “casa de Dios”, en la iglesia, entonces terminará en el mundo, fuera de los círculos de la iglesia. La parábola de la “red”

 

 

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y la Revelación de Juan muy breve y concisamente traen esta verdad aun mejor a la superficie.

 

Mateo 13:47-50 – “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

 

Claramente, la red representa la iglesia del evangelio la cual agarra ambos hipócritas y santos. En efecto, en el tiempo de la cosecha de los primeros frutos (el Juicio “en la casa de Dios”) “al fin del mundo” (Mateo 13:49), los ángeles separan los impíos de entre los justos, no los justos de entre los impíos. Pero en la cosecha de los segundo frutos (el Juicio en el mundo) la separación es invertida: los justos son sacados de entre los impíos, no los impíos de entre los justos, así dice el Apocalipsis: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4). Claramente, el Juicio “en la casa de Dios” es la cosecha en que los hipócritas como “cizaña” son quemados, pero como “pescado” malo es echado fuera. En el Juicio en Babilonia (en el mundo), no los malos, sino los buenos son tomados y traídos a la casa de Dios purificada donde no hay pecado ni pecadores, y donde no hay peligro de las plagas. Esta misma verdad concerniente a la casa de Dios nuevamente

 

 

 

 

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viene a nosotros en estas palabras:

 

Isaías 66:15-16, 19-20 – “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados … Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”.

 

De nuevo vemos aquí que los que escapan la matanza del Señor “en la casa de Dios” (obviamente los primeros frutos, “los siervos de Dios”), son enviados a las naciones que no conocen a Dios, y de allí traerán a todos sus hermanos (los segundos frutos) a la casa de Dios purificada donde no hay pecado ni pecadores, y por lo tanto donde las plagas de Babilonia no caen.

 

Ahora hemos visto positivamente que hay primeros y segundos frutos: unos de la iglesia – los 144.000 hijos de Jacob; y unos de todas las naciones – la gran multitud que ninguno podía contar (Apocalipsis 7:9).

 

 

 

 

 

 

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¿Quién reúne los primeros frutos si los primeros frutos reúnen los segundos frutos? – encontraremos nuestra respuesta leyendo –

 

Apocalipsis 14:14-19 – “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios”.

 

Aquí se nos dice de nuevo que hay dos cosechas, una por el Hijo del Hombre, y otra por un ángel. La cosecha del Hijo del Hombre precede la cosecha del ángel. El “Hijo del Hombre”, por consiguiente, reúne los primeros frutos, y el ángel reúne los segundos frutos (Los racimos, no las uvas completamente maduras, él echo las uvas en el gran lagar). El Hijo del Hombre obviamente cosecha los primeros frutos porque sus siervos (figurativamente el ángel de la iglesia de Laodicea) no está en condiciones para hacer semejante obra, porque el mismo es “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”, y no lo sabe (Apocalipsis 3:14-18).

 

 

 

 

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Mirando hasta este mismísimo tiempo, el Espíritu de Profecía en el tiempo de Isaías dijo:

 

Isaías 63:5 – “Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira”.

 

Aquí notamos que cuando el tiempo vino no había ni siquiera uno entre sus siervos “que sustentase” la obra de la cosecha, y consecuentemente el Señor mismo hizo la obra sin ellos.

 

Para la segunda cosecha, de alguna manera, él usa sus “siervos” sin engaño en sus bocas, los “primeros frutos”, los 144.000, como es prefigurado por el ángel con la hoz aguda (Apocalipsis 14:17-18). Y así como hay dos frutos y dos cosechas de dos lugares diferentes, la iglesia y el mundo, hay, como se mostró antes, también dos maneras de cosechar: en la primera los malos son echados fuera de entre los buenos, y en la última los buenos son llamados a salir de entre los malos.

 

Estas son algunas de las señales y eventos que preceden al Reino de gloria, la segunda venida de Cristo. Luego, también, hay otras señales, la primera de las cuales se ve de la parábola de Mateo 25.

 

Mateo 25:1-12 – “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,

 

 

 

 

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salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”.

 

En esta parábola se ve que la iglesia es comparada a diez vírgenes, cinco de las cuales no se benefician a sí mismas del aceite extra – Verdad especial para este tiempo, es decir, estas cinco no dan atención a la verdad del Juicio de los Vivos, la separación o purificación de la iglesia. Cuando se oye el clamor, “Aquí viene el esposo; salid a recibirle”, todas las diez vírgenes ven que la luz de sus lámparas se apagan; ven que el mensaje del Juicio de los muertos está pasando. Rápidamente entonces, las cinco vírgenes prudentes vuelven a llenar sus lamparas con el aceite extra el cual han guardado en sus vasos, y salen a encontrar el Esposo. Pero las cinco vírgenes fatuas, las que pensaron que no había necesidad de aceite extra, ni necesidad de un mensaje extra, el mensaje del Juicio

 

 

 

 

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de los vivos, se encuentran a sí mismas en densas tinieblas. Si, se encuentran sin la luz que el mensaje del Juicio de los vivos revela. Al descubrir su fatua negligencia, se apresuran a obtener el aceite, luz sobre el tema, pero en ese período mientras la puerta ha sido cerrada (el tiempo de gracia para las vírgenes, la iglesia, se ha terminado). Cuando llaman para que se les admita cortésmente el Señor mismo les dice, “No os conozco”.

 

La señal de la venida del Reino que trae esta parábola, es obviamente el mensaje especial (el aceite extra) que anuncia el Juicio de los vivos, el mensaje que despierta los que buscan la Verdad con corazón abierto, y que condena a sus opositores, los hipócritas y tibios en la iglesia – los que están satisfechos y se creen ricos y están enriquecidos, y no tienen necesidad de nada (necesidad de Verdad oportuna), los que nunca despierten al hecho de que están absolutamente destituidos. Tenga cuidado, estas no son mis palabras, lea lo que el Señor dice a Laodicea:

 

Apocalipsis 3:14-18 – “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y

 

 

 

 

 

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vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”.

 

Otra vista de esta trágica verdad se da en

 

Lucas 14:16-24 – “Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”.

 

En esta parábola se ven dos períodos de tiempo. El primer período es mientras el evangelio ha “convidado a muchos” (Lucas 14:16) a la cena de bodas, el tiempo desde los Apóstoles hasta el tiempo de su último siervo con el último mensaje

 

 

 

 

 

 

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que Dios envía a su pueblo, el tiempo cuando todo está “listo”. El siguiente período es el tiempo en que su último siervo está al servicio (Lucas 14:17). Este siervo es enviado, se nos dice, a la “hora de la cena”, al final del día, indicando que él lleva el último mensaje. Además, él es enviado primero a los que habían sido previamente “convidados”; es decir, a los que ya estaban en la verdad del evangelio, en la iglesia. Al principio él contacta a una clase de gente profundamente absorta con los cuidados de esta vida, y les ha de decir que “ya está todo listo”, que si desean pueden prepararse ahora e ir a la boda, para disfrutar allí el banquete del Esposo. Esta es la última llamada para la cena.

 

¿Pero qué pasa? – justamente entonces ellos se excusan de tener que ver algo con el banquete. Algunos culpan sus profesiones, mientras otros culpan el tener que trabajar para la familia. Entonces el Maestro de la casa airadamente envía sus siervos a los pobres y los afligidos, a los que están hambrientos y no tan ocupados para dar atención, a los que no están tan encumbrados con los negocios y el hogar que no pueden responder a su llamada. Esto toma lugar en la propia “ciudad” – la iglesia. Los pobres, los que se dan cuenta que no son “ricos y están enriquecidos”, vienen, pero aún hay lugar para más.

 

Es entonces que el Señor de aquel siervo ordena que vaya a los que están en los caminos y vallados – a los que están fuera de los círculos de la iglesia, aún hasta los fines de la tierra (los “vallados”). Pero antes que el siervo vaya a los caminos y vallados en su última

 

 

 

 

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misión, el Maestro enfáticamente le informa que los que habían sido convidados y quienes se excusaron de venir, serán completamente excluidos del banquete; que a ninguno de ellos se le permitirá ni siquiera probar de su cena; que por volver el oído sordo a la llamada han cerrado su propio tiempo de gracia, y que no hay nada ahora que pueda cambiar la situación. Después de esto el pregón urgente del siervo va a las naciones y se llena la casa del Maestro, la boda toma lugar, y el Esposo sirve a todos los que hay en la casa, pero a nadie más.

 

Este mismo evento se da otra vez desde otro punto de vista. Esta vez por el profeta del evangelio:

 

Isaías 52:1-2 – “Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion”.

 

Esta profecía particular revela que mientras la iglesia Jerusalén y Sion, está dormida y desnuda con el inmundo en su medio, y en cautividad entre los Gentiles (lejos de su propia tierra), un clamor de despertamiento, un mensaje, viene incitándole a levantarse y ponerse su ropa de hermosura, porque el malvado, declara el clamor, no vendrá mas a ella, porque será cortado del todo.

 

 

 

 

 

 

 

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Las señales del Reino, vemos, son aun más importantes para que uno observe que las señales de la venida de Cristo. Si uno pierde las señales del Reino, entonces el conocimiento de las señales de la venida de Cristo no le beneficiarían para nada, porque todos los tales estarán aterrorizados en su aparición y dirán “a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Apocalipsis 6:16-17.

 

¿Son los esfuerzos para establecer el Reino premilenario – la iglesia purificada –  acompañados por grandes señales y prodigios, por ruido y pompa? A esta pregunta el Señor responde

 

Mateo 13:31-33 – “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”.

 

Zacarías 4:6 – “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

 

Ni una ráfaga o una estampida, y ni tampoco una cosa notable, sino la clara, tranquila Verdad, Hermanos, Hermanas, es lo que salva y trae el Reino a existencia.

 

 

 

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¿A qué es semejante este Reino premilenario? ¿Y qué otras señales precedan a su establecimiento? La respuesta a estas preguntas viene por medio de Ezequiel –

 

Ezequiel 36:23-28 – “Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios”.

 

Aquí hay señales adicionales, señales que se exhiben dentro y fuera del hombre mismo: las cicatrices y defectos que el pecado ha escrito sobre los cuerpos del pueblo de Dios son limpiados; también el corazón endurecido por el pecado es cortado y uno nuevo, un corazón tierno que se deleita en guardar los estatutos y derechos de Dios, es puesto.

 

¿Cuándo toma lugar esto? – Después que Dios toma sus santos “de entre las naciones”, “de todas las tierras”,

 

 

 

 

 

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y los trae a su “propia tierra”, dicen las Escrituras. Así habitarán en la tierra que antiguamente Dios dio a sus padres, y así ellos serán su pueblo y El será su Dios. Aquí vemos que nadie puede encontrarse con Dios cara a cara y vivir con él eternamente sin tener primero esta experiencia de purificación del cuerpo y cambio de corazón.

 

Evidentemente nadie que permanezca ignorante de estas señales del Reino venidero tendrá esta experiencia y consecuentemente nunca entrará en él, nunca será habilitado para vivir y reinar con Cristo.

 

Puesto que estas señales son tan vitales para la salvación, no deberían ser descuidadas, sino que deberían recibir primera consideración si esperamos que la segunda venida de Cristo sea para nuestro bien, no para nuestra condenación. Ciertamente, por esta obvia razón a esta hora tardía es traído a nuestra atención este importante mensaje.

 

Esta gran Verdad es predicha otra vez en las palabras de Zacarías –

 

Zacarías 12:5-14; 13:1-5 – “Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios. En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén. Y librará Jehová las tiendas de Judá primero,

 

 

 

 

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para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

 

“En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

 

“En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí …

 

“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más

 

 

 

 

 

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serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizare. Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir. Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud”.

 

El reavivamiento y reforma aquí presentados – aflicción y escudriñamiento del corazón causados por la apreciación de la gran misericordia y bondad de Dios – serán en el día que el gobernador de Judá diga, “Los moradores de Jerusalén serán mi fortaleza”, en el día que el Señor hace aun al más débil entre ellos como David, y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová.

 

Cuando esta completa reforma tome lugar entonces la fuente purificadora será abierta para toda la casa de David. En aquel tiempo el malvado será cortado y mantenido fuera de la casa de David, y los falsos maestros “profetas”, se sentirán avergonzados de haber enseñado sus interpretaciones privadas de las Escrituras. Entonces los hombres realizarán completamente que aunque pudieran ser enseñados por hombres a pastorear ganado, con todo ningún hombre puede enseñarles a profetizar; que este oficio es confiado al Espíritu de Profecía, que ninguna profecía de las Escrituras es de

 

 

 

 

 

 

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interpretación privada.

 

¿Es esta purificación – este Reino premilenario que nos habilita para entrar al cielo – establecido en el tiempo de gracia? – Para encontrar nuestra respuesta, miraremos en la profecía de Miqueas –

 

Miqueas 3:12; 4:1-2 – “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque … Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”.

 

Aquí se nos dice que en los últimos días, en nuestro tiempo, el antiguo Reino que fue destruido será restablecido y exaltado sobre todos los demás Reinos. Luego el pueblo “correrá a él” porque “de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”. La obra del evangelio, por consiguiente, será terminada mientras su oficina principal está en la Tierra Santa. Así el Reino es establecido en el tiempo de gracia, en tiempo de salvación y purificación judicial, porque después que es establecido otros pueblos de muchas naciones correrán a él.

 

Esto es lo que la Biblia dice, y seguramente esto

 

 

 

 

 

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es lo que será, porque ni el Diablo puede frustrar los planes de Dios o engañar a su pueblo. Oh, si el Diablo tratará de explicar lo que dicen estas Escrituras, pero nunca puede hacerlas decir algo mas de lo que dicen. Además, alguien que tome las palabras del Diablo en lugar de las de Dios, merece la recompensa del Diablo, y estoy seguro que no será engañado de esto.

 

Puesto que estas señales de los tiempos, en adición a otras, son de mucha más importancia que el “terremoto de Lisboa”, “el día que se oscureció”, y “la caída de estrellas”, es mejor que despertemos a la demanda que ellas imponen sobre nosotros, y que están destinadas para prepararnos para la segunda venida de Cristo y para un hogar en su Reino si les prestamos atención. Pero si estas señales no nos despiertan, entonces es posible que nos hagan resbalar al pozo del abismo mientras que soñamos ser ricos y enriquecidos, en necesidad de nada, supuestamente en el camino a la tierra gloriosa. ¡Que chasco y que lloro y crujir de dientes sería eso!.

 

¿Quién ha de guiar a los Gentiles a salir de la tierra? – La respuesta esta en

 

Zacarías 1:14-17, 20-21 – “Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion. Estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los

 

 

 

 

 

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ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén. Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén … Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros. Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla”.

 

Obviamente una parte de las naciones Gentiles vendrán contra la parte que está en la Tierra Santa, y las perseguirán para hacer lugar para el pueblo de Dios. Entonces los pies del Señor se afirmarán en el Monte de los Olivos y el Monte se partirá por medio de sí y hacen un valle muy grande. Así el Señor abrirá el camino para que su pueblo huya allí al “valle” donde los pies del Señor se afirmarán, y todos los santos con ellos (Zacarías 14:4-5).

 

Esta verdad, vemos, reemplaza todas las verdades, porque sin ella sus otras verdades no le beneficiarán, no le llevarán al Reino. Está es la última milla de todas las millas de nuestra fe a través de la vida que nos lleva al Hogar. Hemos llegado hasta aquí; por lo tanto, continuemos avanzando hacia la tierra gloriosa, la cual no está mas allá del horizonte. La siguiente milla ciertamente es la última milla que nos llevará al Hogar.

 

 

 

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