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Llamadas Oportunas

La Única Paz de Mente

Vol. 2                                                                                N0. 35

 

EL SEÑOR NUESTRA JUSTICIA


 

MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA

No Vivir para Sí

 

Leeré de Palabras de Vida del Gran Maestro, página 46, el último párrafo:

 

“El trigo desarrolla ‘primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.’ El objeto del agricultor al sembrar la semilla y cultivar la planta creciente es la producción del grano. Desea pan para el hambriento y semilla para las cosechas futuras. Así también el Agricultor divino espera una cosecha como premio de su labor y sacrificio. Cristo está tratando de reproducirse a sí mismo en el corazón de  los hombres; y esto lo hace mediante los que creen en él. El objeto de la vida cristiana es llevar fruto, la reproducción del carácter de Cristo en el creyente, para que ese mismo carácter pueda reproducirse en otros. La planta no germina, crece o da fruto para sí misma, sino que ‘da simiente al que siembra, y pan al que come.’ Así ningún hombre ha de vivir para sí mismo. El cristiano está en el mundo como representante de Cristo, para la salvación de otras almas”.

 

Ahora pediremos para que le permitamos a Cristo reproducirse a sí mismo en nosotros, y que por medio de nosotros él pueda obrar para reproducirse a sí mismo en otros; que no vivamos para nosotros mismos; que recordemos que el Cristiano ha de ser un representante de Cristo en todas las cosas.

 

 

 

 

 

 

 

Copyright, 1954

Todos los derechos reservados

V.T. HOUTEFF

Vol. 2, N° 35                                                                                                                                                                                              2


 

 EL SEÑOR NUESTRA JUSTICIA

 

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS D. ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 24 DE ABRIL DE 1948

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

 

Nuestro texto se encuentra en Jeremías 23, comenzando con el quinto versículo hasta el octavo, inclusive.

 

Jeremías 23:5 – “He aquí que vienen días, dice Jehová, y despertaré a David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra”.

 

Aquí está una profecía del primer advenimiento de Jesús, el Renuevo Justo, Quien ha de ejecutar juicio y justicia en la tierra.

 

Jeremías 23:6 – “En sus días será salvo Judá e Israel habitará confiado. Y este será su nombre que le llamarán: JEHOVÁ, NUESTRA JUSTICIA”.

 

“En sus días”, es decir en los días que el Renuevo Justo es levantado, en los días de Jesús, en la era Cristiana. Claramente, entonces, algún día en el período Cristiano, la Inspiración lo hace saber, Judá será salvo, e Israel habitará seguro en la tierra. Esta promesa, por consiguiente, es hecha, no a los Judíos incrédulos, sino a los creyentes Cristianos, los que han hecho la justicia del SEÑOR la suya propia.

 

No obstante estos Cristianos, se nos dice, son los descendientes de ambos Judá e

 

 

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Israel quienes como resultado de la dispersión, y también al unirse a la iglesia Cristiana, han perdido su identidad racial a través de los siglos. La iglesia Cristina, por lo tanto, de acuerdo a las Escrituras es  compuesta en principal de los descendientes de Jacob, cuya simiente había de ser como la arena de la mar por la multitud.

 

Ellos han de llamar a Jesús EL SEÑOR NUESTRA JUSTICIA: Ellos verán claramente que su propia justicia es como trapos de inmundicia, y harán completamente la justicia de Cristo la suya propia. De otra manera no podrían  legítimamente llamarle “el Señor nuestra Justicia”.

 

Jeremías 23:7-8 – “Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, y no dirán más: Vive Jehová que hizo subir los hijos de Israel de la tierra de Egipto; Sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la simiente de la casa de Israel de la tierra del aquilón, y de todas las tierras a donde los había yo echado; y habitarán en su tierra”.

 

Habiendo llegado al gran día de reunión en el período Cristiano, – a su liberación de todas las tierras, al segundo y antitípico Éxodo (Isaías 11:11), –naturalmente ellos no dirán, “Vive Jehová que nos hizo subir y trajo de Egipto”, o “nos sacó de Babilonia”, sino “Vive el Señor que nos hizo subir y nos trajo de todas los lugares de la tierra donde nos había echado”. Ellos le dan a él el crédito por su dispersión, y por su reunión, y también por vivir seguramente en su propia tierra. Estos, vemos, no son los Judíos incrédulos, sino Cristianos completamente convertidos. Ellos heredarán la tierra.

 

Además, cuando esto tome lugar no habrá

 

 

 

 

 

 

 

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temor y muerte entre el pueblo de Dios, – no armas de fuego y no bombas que caigan sobre ellos. El pueblo habitará seguro. “No dirá el morador: Estoy enfermo. El pueblo que morare en ella será absuelto de pecado”. Isaías 33:24.

 

“Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y seré para gloria en medio de ella. . . Canta y alégrate, hija de Sión; porque vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y uniránse muchas gentes a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti”. Zacarías 2:5, 10, 11.

 

Lo importante ahora es encontrar qué es la justicia del Señor y cómo hacerla nuestra propia justicia, para que podamos tener el derecho a su Reino.

 

El Señor, de cualquier modo, primero desea saber que tenemos contra él:

 

Miqueas 6:3-5 – “Pueblo mío, ¿qué te hice, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de casa de siervos te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová”.

 

Puesto que no podemos pensar en algo que tengamos contra el Señor, es mejor que encontráramos

 

 

 

 

 

 

 

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cuál fue la respuesta de Balaam a Balac, para que aprendamos cuál es la Justicia del Señor, y como hacerla nuestra. Por lo tanto vayamos al libro de Números –

 

Números 23:16-17 – “Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y díjole: Vuelve a Balac, y así has de decir. Y vino a él, y he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y díjole Balac: ¿Qué ha dicho Jehová?”

 

Ahora escuchemos la respuesta de Balaam:

 

Números 23:18-19 – “Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye, Escucha mis palabras, hijo de Zipor. Dios no es hombre, para que mienta; Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”

 

La Justicia de Dios, vemos, es su integridad, sus promesas seguras, su poder para hacer. El garantiza sus promesas; ellas nunca fallan. Tener la Justicia del Señor, por consiguiente, es tener su integridad y fidelidad, y estas nunca las podemos tener mientras dudemos de Él. ¡Nunca mientras dudemos de su Palabra, porque dudar es nada menos que llamarlo mentiroso! ¡Dudar es la más grande ofensa que uno puede cometer! Nadie puede dudar de Dios y todavía recibir sus bendiciones y promesas. Tener la Justicia del Señor, por lo tanto, es confiar implícitamente en él sin reserva. ¿Y dónde espera que comencemos? – El quiere que comencemos con lo que más nos molesta – las cosas temporales del mañana. El quiere que aprendamos que no podemos servir al yo y a Dios, también:

 

 

 

 

 

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Mateo 6:24-26 – “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se llegará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón. Por tanto, os digo: No os acongojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?”

 

Estos tres versículos claramente dicen que vivir para vivir, y preocuparse como ha de vivir mañana, es nada más que servir a mamón (el yo); que usted no puede servir al yo y a Dios al mismo tiempo; que si usted sirve a Dios usted debería estar tan libre de preocuparse del futuro como lo están las aves. Si, usted debería estar aún más confiado de su cuidado, porque usted vale más que las aves. Usted debe saber sinceramente que mientras le sirva a Él, Él nunca le dejara ni le desamparará.

 

Isaías 41:17 – “Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay. Secóse de sed su lengua, yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé”.

 

Isaías 49:15 – “¿Olvidaráse la mujer de lo que engendró, para dejar de compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti”.

 

Mateo 6:27-34 – “Más ¿quién de vosotros podrá, acongojándose, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido,

 

 

 

 

 

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¿por qué os acongojáis? Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan. Mas os digo, que ni aún Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os acongojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas, que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis menester. Mas buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os acongojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga. Basta al día su afán”.

 

No os acongojéis por el día de mañana, porque basta al día su afán – ¿por qué cruzar puentes antes de llegar a ellos? ¿Por qué preocuparse como va a llenar su estómago y con que va a cubrir su cuerpo mañana si está cubierto hoy? ¿Por qué preocuparse de sus propias necesidades? ¿Por qué no preocuparse en como avanzar el Reino de Dios? Poniendo tiempo extra para hacer tiendas o remendar zapatos para vivir está bien si usted no dice, haré esto y lo otro y tendré dinero para comprar y construir esto o aquello”. En cambio debería decir, “Si Dios permite, haré ésto o aquello, para que yo pueda tener aquí o tener allá, hacer esto y lo otro para el avance de su causa”. Cualquiera sea el propósito detrás de su acto, este debe ser para el avance de su Reino.

 

¿Por qué no hace su interés principal los negocios de Dios? ¿Por qué no el Reino de Dios y su

 

 

 

 

 

 

 

 

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justicia, “para que todas estas cosas os sean añadidas”? ¿Por qué trabaja para alimentarse a sí mismo? ¿Por qué no trabaja para Dios y le permite a él alimentarle y vestirle? Él es mucho más capaz de proveer para usted que lo que usted pueda ser jamás. ¿Por qué no dejarle a él tomar cargo de su trabajo, de su hogar, de su cuerpo?

 

Mientras usted hace su mandato, Él nunca le fallará. ¿Por qué no hacer esto y ser un Cristiano enteramente? ¿Por qué ser un Cristiano de nombre, pero un Gentil de corazón y fe? No trabaje más para el yo, trabaje para Dios y esté libre de preocupaciones, libre de tener que hacer su propia vida en su propia manera. Los pescadores de Galilea mientras pescaban en su propia manera fracasaron, pero cuando echaron la red donde Jesús les dijo que la deberían echar, instantáneamente se llenó con pescado.

 

Sepa primero que Dios no está interesado en su negocio egoísta, sino en usted y en su negocio de salvarle. Por lo tanto no hay necesidad de que usted le sirva a mamón (al yo), y al mismo tiempo esperar sus bendiciones en los intereses de mamón. Ningún hombre aún en el mundo puede trabajar para su propio interés y todavía esperar su firma para promoverle, o guardarle de cualquier cargo de deber. Ningún empleador contrata personas porque él quiere que sus empleados se ganen la vida, sino solamente porque él quiere que se cuide de su propio negocio. Sepa que el negocio de Dios es de mayor importancia y de consecuencias de más alcance que cualquier negocio del hombre, y que Dios es más particular que lo que cualquier hombre fué o será jamás.

 

Mateo 11: 28-30 – “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

 

 

 

 

 

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Siempre recuerde que Dios no le ha llamado a su puesto de deber para alimentarle o hacerle rico, sino para salvarle y para salvar a otros por medio de usted. Por lo tanto, todo lo que haga, hágalo para la gloria de Dios. Entonces y sólo entonces él proveerá “todas estas cosas”, las cosas que Dios ve que conviene dar. El verá que usted gane para sus necesidades de una manera u otra. Nada menos que la fe de Noé, de Job, y de Daniel pagarán la cuenta, Hermano, Hermana, porque cualquier cosa menos que esto es un insulto para Dios. Es lo mismo que llamarlo impostor. Dudar de las promesas de Dios completamente roba al que duda de todas las bendiciones y promesas de Dios. Solo cuando usted aprenda a confiar en él será “como escondedero contra el viento, y como acogida contra el turbión, como arroyo de agua en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa”. Isaías 32:2.

 

“Mas buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Esta promesa se aplicó en el tiempo de David, y se aplicará ahora:

 

Salmos 4:5 – “Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová”.

 

Por experiencia personal David conoció la fidelidad de Dios: Habiendo hecho todo lo que debía ser hecho para servir a Dios, él estaba confiado que cuando el oso y el león vino a devorar sus ovejas, Dios lo libraría si él hacía todo lo que podía para salvarlas.

 

Además, creyendo que Dios le había prometido el reino, y habiendo sido ungido para ser rey sobre el pueblo de Dios, David no dudaba nada. Reconociendo su deber, intrépidamente fue tras el gigante Goliat que estaba desafiando a Dios y su

 

 

 

 

 

 

 

 

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Reino, y estaba confiado que el gigante no lo podía dañar. Por fe él libertó a su pueblo del poder del gigante. Por fe venció el león y el oso, y salvó las ovejas. Por fe supo que Saúl no podía tomar su vida, ni privarlo del trono.

 

No, no hay bestia, ni hombre, que pueda tomar su vida o engañarle de su ascenso si hace el mandato de Dios, si sabe que Aquel que guardó a Israel ni duerme ni se adormece (Salmos 121:3-4); que él conoce todo acerca de usted, mis amigos, cada momento del día y de la noche; que él toma nota aún de los cabellos que caen de nuestras cabezas; que cualquier cosa que le sobrevenga  no es sino la voluntad de Dios para su propio bien. Yo digo, si usted sabe y cree que Él es Dios, y el guardador de su cuerpo y alma, entonces no importa que le sobrevenga, usted estará contento en ello y le dará a Dios el crédito, no murmurando, sino glorificando aun en sus pruebas y aflicciones. 

 

Isaías 26:4 – “Confiad en Jehová perpetuamente, porque en el Señor JEHOVÁ está la fortaleza de los siglos”.

 

Si usted confía en Dios sinceramente, y si el mundo cayera en el espacio y chocara con las estrellas, usted felizmente volaría junto con Dios.

 

Vayamos ahora en 2ª Corintios, el primer capítulo, y veamos lo que Pablo sabía por experiencia del cuidado de Dios sobre él:

 

2ª Corintios 1:8-9 – “Porque hermanos, no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que nos fue hecha en Asia; que sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas de tal manera que estuviésemos en duda de la vida. Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos,

 

 

 

 

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sino en Dios que levanta los muertos”.

 

Pablo aprendió por experiencia personal que es inútil confiar en el hombre y en sí mismo, pero que recompensa el confiar en Dios, que sólo él es capaz de proteger y guardar tanto el cuerpo como el alma.

 

Salmos 127:1 – “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican. Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guarda”.

 

Muchos del pueblo fiel de Dios tuvieron la misma experiencia que Pablo. El tiempo, de cualquier modo, no me permitirá hablar de más de unos pocos. Cuando entramos a la creencia que la Biblia recomienda, entonces estamos listos para entrar a la experiencia que Dios quiere que estemos personalmente, que después de todo es la que cuenta más para nosotros. Permitame darle primero darle la mía propia como un ejemplo concreto de lo que Dios hace cuando  le permitimos.

 

Mientras me dirigía un pequeño hotel en el medio oeste allá en 1919, llegué a estar intensamente interesado en religión, y providencialmente me uní a los Adventistas del Séptimo Día. En ese tiempo se estaban reuniendo en un salón alquilado, no muy atractivo para una iglesia. La gente parecía ser muy pobre. Aparte del predicador, yo era el único que estaba manejando un carro, y él tenía un Ford viejo que yo no daría un dólar por este si yo tuviera que manejarlo.

 

Imaginense ahora lo que pasó por mi mente, y ustedes pueden saber que yo me uní a la iglesia en búsqueda de la Verdad. Verdaderamente, no tenía otra motivación. Mis esperanzas de hacerme rico algún día vinieron a ser una pesadilla de hacerme más pobre. Sí, el Diablo me dió tan buen cuadro de la pobreza como lo dió al

 

 

 

 

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Señor un cuadro de la gloria de los reinos. No obstante yo resolví permanecer por la Verdad que había aprendido sin importar lo que pasara.

 

Entonces vino el tiempo que vendí el hotel y accidentalmente entré al negocio de comestibles. Pero después de un tiempo encontré que no quería estar en esto, y lo vendí aunque perdí. Entonces el oscuro y lóbrego cuadro de venir a la pobreza se multiplicó, pero hice lo mejor para estar feliz en el Señor.

 

Algún tiempo después que me había deshecho de la tienda de comestibles, me fui de la ciudad, y seis meses más tarde aterricé en California. Allí me enferme, y después de hacer todo lo que yo sabía que hacer, uno de los ministros Adventistas del Séptimo Día retirado que vivía en el mismo lugar que yo estaba viviendo, dijo, “Dejame llevarte al Sanatorio de Glendale, y yo te recomendaré como de buena asistencia regular con la iglesia, y ellos te darán buen servicio y a un bajo costo, también.

 

Cuando llegamos al escritorio, y después que el ministro le dijo todo lo que tenía que decir, el recepcionista del sanatorio me preguntó que clase de depósito yo podía dejar para la admisión. Yo dije, “Un cheque”. (Esto de alguna manera me sorprendió, porque yo había estado en un hospital antes pero nunca me habían pedido pagar algo en adelantado, – no, ni aún cuando era despedido. Me enviaban la cuenta por correo). Cuando él vio que el cheque era de un banco en Illinois, tuve que explicarle que yo estaba recién llegado al oeste y todavía no había transferido mi cuenta de banco. El recepcionista tomó el cheque de mala gana, y me fue asignado un cuarto, y amablemente se me dijo que tenía que esperar al doctor hasta que viniera.

 

 

 

 

 

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Bueno, yo espere todo ese día, ¡pero ni un alma entró! Al anochecer, tan enfermo como estaba, me puse mi ropa y fui a cenar en un comedor. Entonces me dijeron que el doctor estaba lejos, pero que él me vería tan pronto como viniera. Esto fue por cuatro días, ¡y ni un alma entró a mi cuarto! Pude haber muerto y nadie lo hubiera sabido quizá hasta días después. Supongo que ellos tuvieron que obtener el dinero del banco e investigar si mi crédito era bueno antes de darme servicio.

 

Finalmente en el cuarto día, el capellán del Sanatorio vino con disculpas por su tardanza para verme. “Si yo hubiera sabido que usted era un Adventista del Séptimo Día”, explicó, “Yo le hubiera visto más pronto”. Yo no lo estaba esperando, aunque no hizo mucha diferencia conmigo. Pero me dije a mí mismo, “Si usted no supiera que yo era, habría venido más pronto”.

 

Al último vino el doctor y después de un examen completo, me dijo que yo era un hombre muy enfermo y tenía que tener un enfermero especial día y noche para cuidarme y darme los tratamientos de hidroterapia. Con mi consentimiento vino un estudiante para enfermería. Pero cuando las sombras de la noche se extendían en el cielo, el enfermero me dijo que estaban escasos de enfermeros especiales, y que él mismo tenía que cuidarme toda la noche si yo le permitía mover su camilla dentro de mi cuarto. Todo el tiempo que estuve allí, ni una sola vez se levantó en la noche para atenderme.

 

¡Y eso que yo tenía un enfermero privado día y noche, y al fin me cobraron 0,50 centavos la hora – seis dólares diarios para que él estuviera conmigo durante el día, y seis dólares en la noche para que durmiera conmigo en mi cuarto!  Esto junto con

 

 

 

 

 

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los cargos adicionales fue un duro vaciado en mis ya consumidos ahorros. Y el cuadro de la creciente quiebra y de ser pobre creció más y más en mi mente, pero me recuperé de mi enfermedad, y estaba agradecido.

 

Este incidente en el Sanatorio, produjo otro cuadro desilucionador en mi mente. ¿Es ese Sanatorio el lugar de Dios para su pueblo enfermo? Me pregunte a mí mismo. ¿Es este realmente el pueblo de Dios? La respuesta que vino a estas preguntas fue esta: El Sanatorio es de Dios, y la iglesia es de Dios, pero la gente que los esta manejando son retrógrados, ellos son los modernos sacerdotes, escribas, y Fariseos, que hay necesidad de más Samaritanos entre ellos. Aquí es donde está la Verdad, y con la ayuda de Dios, dije, permaneceré en ella. Si, Dios me ayudó, mantuve la fe, no quejándome de nada y me quedé en la iglesia con tan buen registro como cualquiera.

 

Después que salí del hospital, estaba débil y mi cuenta del banco estaba casi agotada. Me parecía, también, que no había nada en que me pudiera meter con el Sábado libre, que iba a caer a la misericordia de alguna caridad, o de otro modo morir de hambre. Además, por varios meses no había enviado ni diezmos ni mis ofrendas prometidas a la iglesia en el medio oeste, consecuentemente debía como $75. Pensé entonces que si fallaba en pagar esta deuda ahora mientras tenía suficiente para pagarla, nunca podría juntar de nuevo ese dinero y tendría que quedar sin pagar para siempre. Mejor estar en quiebra ahora, dije, y estar libre de deudas que estar en quiebra más tarde y ser un deudor para siempre.

 

En mi cuenta de banco, calculé, había un poco más de mi deuda. Cuando hice un cheque por todo

 

 

 

 

 

 

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el saldo y lo envié a la iglesia en el medio oeste, me quedé con $3,50 en mi bolsa, y sin esperanza de empleo. Entonces escribí al banco en el medio oeste para cancelar mi cuenta y que enviaran los cheques cancelados y otros papeles a mi dirección en California.

 

En este punto de mi vida, se volteó la mesa tanto como se le volteó a Abraham después que había hecho todo excepto matar a su hijo Isaac en el altar de Dios. Pocos días después que había escrito al banco recibí noticias de ellos, ¡y para mi gran sorpresa habían incluido un cheque como por $350 como mi saldo final! Nunca descubrí como fue que pasó.

 

Mientras obtenía un empleo en una agencia de lavadoras, y justamente entonces los Adventistas del Séptimo Día estaban teniendo sus reuniones religiosas de 1923 en Los Angeles. Y decidí atender y entre las reuniones tratar de vender lavadoras de la marca Maytag en el vecindario. ¿Y qué supone? Vendí una lavadora al día y además unas cuantas aspiradoras. Esto fue todo el tiempo que duraron las reuniones, y mi primer cheque de la compañía fue como de $425. Pero esto no fue todo, justamente entonces me sobrecogió otra sorpresa. Algunos años antes, yo había comprado acciones las cuales yo creía que no tenían valor, pero para mi sorpresa recibí una carta en la cual la corporación preguntaba si me gustaría vendérselas de nuevo, y el precio que ofrecían era más del doble del precio que yo había pagado. Aquí tengo una experiencia real de todo lo que poseo como se promete en Malaquías 3:10.

 

Además, esta agencia Maytag era nueva, y cuando comencé a trabajar para ellos, tenían sólo un pequeño lugar. Todo el tiempo que trabajé para ellos, prosperaron y crecieron como lo hizo Lában

 

 

 

 

 

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mientras Jacob trabajo para él. En el espacio de tres años abrieron sucursales por toda el área de Los Angeles, y construyeron un edificio propio que parecía como un banco por dentro y por fuera, una cuadra de largo y sesenta pies de ancho. Como terminó su propiedad les diré un poco más tarde.

 

Mi éxito inesperado vendiendo lavadoras, por supuesto, fue una bomba para los otros vendedores, y el manejador de ventas llego a estar muy inquisitivo acerca de mi religión. Lo último que hablé con él me dijo: Houteff debe ser maravilloso creer como usted lo hace, pero usted sabe que yo nunca podría ser un Adventista del Séptimo Día. Entonces le pregunté porque no podría ser, y replicó: “Porque si yo comienzo a guardar el Sábado como usted lo hace, perderé mi empleo”.

 

Le dije, “Es mejor perder el empleo que perder la vida”, y terminó la conversación. Pero la siguiente vez que fuí a la oficina miré una guirnalda colgando en la puerta, y todo parecía estar trastornado. Entonces me dijeron que el Sr. Harney, el Gerente de Ventas, súbitamente había caído enfermo la noche anterior y había muerto esa mañana temprano.

 

Por ese tiempo el contador principal, también, se interesó en discutir de religión conmigo. Al paso del tiempo discutí lo mismo que había discutido con el Sr. Harney, y al último él, también, dijo “Houteff, debe ser maravilloso sentir como usted lo hace, pero yo nunca podría ser un Adventista del Séptimo Día”.

 

Le dije, “¿Por qué?”.

 

“Oh, yo no podría guardar el Sábado y mi empleo, también”, replicó.

 

 

 

 

 

 

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“Bueno”, le dije, “es mejor perder el empleo que perder la vida, Sr. Barber”.

 

Y ciertamente, la siguiente vez que fui a la oficina, ¡encontré a todos hablando en vez de trabajar! ¡Entonces me dijeron que el Sr. Barber, el contador principal, fue encontrado muerto esa mañana en su cuarto! ¡Creanlo o no, pero esto es lo que pasó con ambos hombres después que vendieron sus convicciones por el precio de un empleo!.

 

Un poco más tarde, yo pensé que debería tener algo propio en lugar de continuar trabajando para el Sr. Sleuter. Así que estaba gastando la mayor parte de mi tiempo con experimentos en dulces saludables, y como entonces yo vendía sólo una lavadora de vez en cuando, Yo no era popular con la compañía. Y como la compañía me debía algunas comisiones, decidí investigar porque eran detenidas. Después de discutir el asunto varias veces con el gerente de ventas me evadía cada vez con la promesa de “voy a ver”. Pero un día presioné el asunto más duro, y como resultado él dijo, “Houteff, estoy cansado de esto y no me importa, puedes renunciar”. la siguiente vez que fui, me di cuenta que Sr. Lisco, el manejador de ventas, fue despedido y que el Sr. Foster había tomado su posición. El Sr. Lisco, vemos, era el que tenía que renunciar, no yo.

 

Entonces fuí a ver el nuevo gerente acerca de mis comisiones. El prometió investigar el asunto y me lo dejaría saber la próxima vez que yo viniera. El, también, hizo lo mismo que Sr. Lisco hizo. Y cuando presione el asunto tanto como lo hice con el Sr. Lisco, él, también, dijo, Houteff, estoy cansado de esto, y no me importa si renuncias”. Particularmente, entonces, la siguiente vez que fuí, me dijeron que el Sr. Foster, el gerente de ventas, había sido despedido y no estaba más con

 

 

 

 

 

 

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la compañía. Yo aún estaba.

 

Para este tiempo yo había creado suficiente negocio con mis dulces saludables para mantenerme ocupado y estaba por renunciar completamente. Entonces fui a ver al Sr. Sleuter acerca de las ya mencionadas comisiones, pero el me recibió muy fríamente, y claramente me dijo que yo no tenía a que venir. Yo renuncié, pero en el espacio de menos de seis meses, pienso, el perdió la agencia y otro hombre continuó la compañía. Esta es la manera en que terminó su prosperidad.

 

No mucho después que yo había ido a trabajar para esta compañía y mientras solicitaba pedidos, conocí a una mujer cuyo esposo era de descendencia Judía, pero ella era de Escandinava, y Adventista del Séptimo Día. Ella me dijo que su esposo se oponía terriblemente a su religión y que una vez arrojó su Biblia en la cocina. Ella deseaba que yo pudiera en alguna manera ayudar para que su esposo cambiara su actitud. Le pedí a ella que le dijera a él que me gustaría verlo en su hogar la noche siguiente. Ella prometió intentarlo y luego dejármelo saber.

 

El se sentó en varios estudios conmigo en su hogar con la familia allí presente. Yo estaba sorprendido de verlo muy de acuerdo con lo que se le presentaba, totalmente contrario a lo que su esposa me había dicho. Después de que le había dado tres estudios él me llamo aparte, volteando al revés los bolsillos de sus pantalones y me dijo, “Usted ve, yo tengo una gran familia que alimentar y sólo tres centavos en mi bolsa. Antes de que usted viniera”, explicó, “yo hice todo lo que pude para encontrar un empleo pero fracasé. En mi angustia”, él continuo, “yo oré por primera vez en mi vida. Le pedí al Señor que enviara alguien para que me mostrara que hacer. Cuando oí que usted venía”, él agregó,

 

 

 

 

 

 

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“Pensé que era en respuesta a mi oración, y estaba ansioso por encontrarme con usted. Y es por eso que usted me encontró tan receptivo a su religión. Pero ahora”, dijo, “yo sé que Dios lo envió”.

 

Le pregunté que si le gustaría vender lavadoras, y replicó, “estoy listo para hacer lo que usted proponga”. Lo llevé a la compañía para la cual yo trabajaba, y comenzó a trabajar inmediatamente, transportando con su propio camión. Su salario, y algunas ventas ocasionalmente le trajeron más de $200 mensualmente.

 

Compró la casa donde estaba viviendo, y como el costo de la vida no era tan alto en esos días, él pudo ahorrar una porción de su salario. Después de un tiempo vendió su casa, compró una parcela de cinco acres y construyó una casa nueva y un buen corral en su parcela. Luego me dijo que intentaba trabajar par la compañía por 18 meses más, y para ese tiempo el tendría toda su casa y su tierra sin deudas, o libre, y entonces podría hacer una buena vida en su parcela de cinco acres.

 

Bueno, todo parecía bien. Pero un Sábado en la mañana me encontró en la iglesia y me dijo que la compañía iba a ser poseída por otro dueño ese día. El quería saber si yo podía ir con él al discurso mientras se hacia la transferencia. Le convencí que ese no era el mejor lugar para estar en Sábado, pero él argumentó que si él no estaba presente ellos podrían contratar otra persona en su lugar, y él no podía darse el lujo de perder su empleo. Por lo tanto atendió la reunión de negocios. Poco después, la nueva compañía lo despidió. ¡Consecuentemente no pudo mantener los pagos de su propiedad y la compañía de crédito lo hipotecó! ¡Luego murió su esposa!.

 

 

 

 

 

 

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Cualquiera puede ver que todos estos eventos en serie del día, estrechamente atados uno al otro con nada en medio, no pueden posiblemente haber sido accidentales, sino estrictamente Providenciales.

 

Ahora permitanme relatarles otro milagro que tomó lugar por ese tiempo. Un Miércoles fuí a la sección de negocios de Los Angeles. Habiendo terminado mi negocio bastante tarde en la tarde, y mientras caminaba al cruzar una calle, miré una mujer manejando hacia mi. Pero como yo estaba casi a la mitad de la calle, no miré peligro porque había bastante campo para que ella pasara. No obstante ella volteó su carro exactamente hacia mi. Sí, ella me golpeó de mi lado izquierdo, y estando muy excitada no pudo parar su carro antes de llegar a la mitad de la cuadra. Y continuó de la esquina de la calle hasta la mitad del callejón. ¿Qué me pasó cuando el carro me golpeó?  ¿Me dejó tendido en la calle, y me atropelló? No, esto no pasó porque algo más grande aconteció:

 

Una mano invisible me tomó delante del carro, resbalando ligeramente mi pie en el pavimento con mi lado derecho adelante, y mi lado izquierdo contra el radiador del carro. Después de haber hecho más o menos la mitad de la distancia antes que el carro se detuviera, algo me sentó en la defensa del carro, y puse mi brazo derecho alrededor del faro delantero del carro. Luego me dije a mí mismo, “Señora ahora puede continuar si eso es lo mejor que puede hacer”. Cuando ella se detuvo, puse mi pie sobre la tierra y me retiré del carro.

 

Entonces descubrí que el lápiz que traía en el bolso de mi abrigo se había partido en media docena de partes del impacto, pero mis costillas estaban

 

 

 

 

 

 

 

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intactas. Para ese tiempo el carro y yo estábamos rodeados de gente, y tres policías buscando al hombre que había sido atropellado. Pero como no encontraron a nadie tirado en la calle, o desfallecido debajo del carro, les dije que era yo el que había sido atropellado. Me querían llevar al hospital, y cuando les dije que no estaba herido, escuché que uno dijo, “debe estar herido pero está muy excitado y no sabe su condición”.

 

Entonces me hicieron levantar mis piernas y mis brazos para arriba y para abajo, varias veces, después de lo cual uno gritó, “¡Está hecho de plástico!” La mujer fue acusada de manejar a 30 millas por hora. Luego caminé tres cuadras hasta mi carro, y me fuí a la reunión de oración a la iglesia de Exposition Park, en la cual en el tiempo de testimonios les dije del accidente y los resultados. Todavía estamos viviendo en los días de milagros; vemos.

 

Después de todas estas y otras experiencias, luego vino el mensaje que usted y yo nos esforzamos por llevar a los Laodicenses. Los enemigos del mensaje no dejaron nada sin revolotear en su búsqueda de algo contra mi, en vez de asegurarse que no estuvieran trastornando la Verdad. Trataron todo gancho y garfio para prender algo en mí y detener mis actividades, pero no encontraron nada y como regla como 30 miembros de la iglesia estuvieron conmigo en mis reuniones especiales cada Sábado de tarde. Luego llegó el tiempo que los ancianos de la iglesia rehusaron a dejarnos usar la iglesia para nuestras reuniones, y nos hicieron salir a todos. Pero una de las hermanas que estaba viviendo en una casa grande enfrente de la iglesia ofreció su lugar para las reuniones, y hubo un gran tumulto entre el pueblo alrededor de la iglesia. Algunos estaban con nosotros y algunos estaban contra nosotros. Así

 

 

 

 

 

 

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fue que la casa enfrente de la iglesia estaba llena esa tarde y muchos escuchaban afuera por las ventanas. Los enemigos fracasaron para destruir nuestras reuniones, y la victoria fue nuestra.

 

Luego nos prohibieron asistir a sus servicios en la iglesia, y comenzaron a desfraternizar a los que todavía querían asistir a nuestras reuniones. Intentaron deportarme, pero también fracasaron. Luego hicieron esfuerzos para obtener una orden de la corte contra cualquiera de nosotros que fuera a la iglesia en Sábado, pero perdieron. Una vez llamaron la policía para que me arrestara de falsas acusaciones que yo estaba disturbando las reuniones, pero después que los oficiales en la estación de policía oyeron mi historia y las acusaciones de los diáconos contra mi, él ordenó a los dos policías que nos trajeron a la estación que nos pusieran en su carro de nuevo, y nos llevaran de regreso a la iglesia donde nos habían sacado.

 

Después de esto los ancianos se esforzaban para ponerme en un manicomio. El mismísimo “gerente de la ciudad” de Glendale (un Adventista del Séptimo Día) había venido a esta iglesia ese Sábado de mañana para formular los cargos y para ver que me llevaran y me encerraran en un manicomio. Después de hablar conmigo por unos minutos, el oficial no hizo nada sino que me dijo que no me molestaría de nuevo! Entonces el alcalde de la ciudad de 200 libras de peso se sintió más pequeño que mis 135 libras de peso.

 

Ellos hicieron todas estas cosas indecorosas y muchas otras; además, hablaban y predicaban contra mí. Y aunque yo no tenía a nadie sino al Señor para defenderme en todo tiempo, con todo en todo esto, la victoria fue mía!.

 

Cuando movimos nuestra oficina de California a

 

 

 

 

 

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Texas, donde no teníamos ni amigos ni creyentes en el mensaje, los ancianos de la iglesia estaban felices, y pensaban que nuestra obra entonces de seguro moriría. Sin embargo creció más que antes, aun cuando esto tomó lugar en medio de la depresión, en 1935, mientras cientos y miles de negocios se estaban yendo a bancarrota, y mientras hombres acomodados se estaban haciendo pobres. Con todo nosotros que comenzamos sin nada, crecimos y prosperamos. Nosotros, además, nunca tomamos colectas en ninguna de nuestras reuniones y nunca hicimos llamados por dinero. Esto se aplica todavía. Luego, también, nuestra literatura gratis que sale semana tras semana aumentó a cientos y miles de dólares semana tras semana, y año tras año, además del costo de construir la Institución.

 

Y hoy después de pasar la pesadilla de suponer que yo podría vivir una vida de pobreza, como lo expliqué antes, mi crédito es ilimitado, y los cheques que escribo suman miles de dólares semana tras semana, y año tras año aunque no estoy asegurado, no tengo una propiedad, y no tengo una cuenta de banco personal! Además, le pago a mis secretarias tanto como me pagó a mí mismo y a algunos de mis trabajadores les pago el doble. Si, hay milagros tan grandes hoy como los hubo siempre.

 

Jacob, también, no tenía justicia de sí mismo pero tenía un gran celo y respeto por la justicia del Señor. Esaú, que no tenía respeto por la justicia del Señor vendió su primogenitura sólo por un potaje. ¡Qué ganga para Jacob! Como resultado, Jacob llego a ser fugitivo. La primera noche lejos de su casa, de cualquier modo, Dios se encontró con él, y habiéndole dado una visión, Jacob puso toda su confianza en Dios y prometió ser fiel en todos sus deberes.

 

 

 

 

 

 

 

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Para comenzar con Padam-Aram, Jacob no tenía más nada sino fe y celo. Sólo era un buen trabajador, eso es todo. Lában inmediatamente reconoció estas cualidades en Jacob, y como resultado Lában no sólo ofreció dar a Jacob su hija Raquel por esposa, sino aún ideó un plan por el cual forzarlo a tomar ambas hijas –Raquel y Lea– las únicas muchachas en la familia! Además, aunque Jacob cariñosamente pagó por ellas con catorce años sólidos de difícil trabajo fiel, en los siguientes seis años él se hizo rico. Luego al regresar a su casa, sinceramente, honestamente, y con su conciencia libre le dijo a Lában:

 

“Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus vacas nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas”. Génesis 31:38.

 

Aún más, cuando se le preguntó que quería por su trabajo después que habían pasado los catorce años, él eligió el salario que Dios le pagara, no Lában. Porque él le dijo a Lában:

 

No me des nada, pero dejame pasar por todo tu rebaño hoy, y quitaré de aquí en adelante todas las reses manchadas, de color vario, y todas las reses de color oscuro, ovejas y cabras, y los llevaré tres días de camino lejos del resto para que no haya oportunidad de que se mezclen. Hasta la fecha, todas las ovejas y reses, manchadas o no manchadas serán tuyas, pero de aquí en adelante todas las manchadas que nazcan de entre las no manchadas (las aparentemente imposibles) serán mías por servirte.

 

A Lában le agradó el contrato y Jacob se fue a trabajar. Dios bendijo la labor de Jacob no obstante la imposibilidad natural, ¡y al cabo

 

 

 

 

 

 

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de seis años él llego a ser rico! ¿Por qué? – Porque Jacob servía a Dios sinceramente, e implícitamente confió en él por su vida. El no quería nada sino lo que Dios le permitiera tener. El sabía que mientras trabajara para el Señor, el Señor no lo dejaría con hambre ni desnudo. El sabía que si Dios viste así la hierba del campo, El lo vestiría y alimentaría a él en su viña.

 

Puesto que Jacob se estaba haciendo rico tan rápido, y puesto que su suegro quería que se quedara por más tiempo, y puesto que Jacob todavía temía a Esaú, ¿por qué dejó a Lában, y por qué regresó a su casa? – La respuesta es simple, Porque Dios se lo pidió, diciendo:

 

Génesis 31:13 – “Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste el título, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu naturaleza”.

 

De este registro, vemos, Jacob fue fiel a su puesto de deber, y siempre atento al mandato de Dios. ¿Somos nosotros como Jacob? ¿o somos como Judas Iscariote? Jacob, ahora sabemos, tomo cuidado perfecto de los negocios de Lában, y siguió las instrucciones de Dios siempre. Pero Judas Iscariote tomó perfecto cuidado de sus propios intereses egoístas al costo del Don de Dios, y en lugar de seguir las instrucciones del Señor, siguió las suyas propias. Ahora, comparemos el fin de Jacob con el de Judas. La obra de uno terminó en gloria y la obra del otro terminó en vergüenza y desastre.

 

¿Por quién está usted trabajando, Hermano, Hermana? ¿para sí mismo o para Dios? – usted dice, “para Dios”, y espero que usted este en lo correcto, pero recuerde, como dije antes, que ninguna firma de negocios

 

 

 

 

 

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promueve un trabajador que no está interesado al menos tanto en la prosperidad de su firma como lo está en el tamaño de su salario. Además, ninguna firma está interesada en los negocios privados del trabajador. Esta se interesa en sus propios negocios. Los negocios de Dios son mucho más importantes, y de mucho más grandes consecuencias que los negocios de cualquier hombre. El, también, no está del todo interesado en tus negocios egoístas, El está interesado en su negocio de salvar almas. Usted no puede, por lo tanto, hacer sus intereses de primera importancia y los de Dios de segunda, y al mismo tiempo esperar cosechar sus promesas, y esperar que él conteste sus oraciones. Si tal fuera el caso, entonces usted está aún falsamente llamándose Cristiano a sí mismo. De acuerdo a Mateo 6:32, usted todavía es un engañado Gentil.

 

Para ser un Cristiano a la vista de Dios usted nunca debe alabarse a sí mismo, sino alabar a Dios y a su bondad. Nunca jactarse de sus propios intereses y logros, sino jactarse de los de Dios. Nunca tratar de promover sus negocios, sino siempre tratar de promover los de Dios. Nunca orar por luz para saber que hacer, y donde ir para que sus negocios, sus intereses prosperen, sino por el contrario ore por luz para que Dios le ayude a hacer las cosas o ir al lugar donde usted serviría mejor en su causa, que él le guíe y le enseñe como avanzar su reino. Entonces, y sólo entonces, encontrará que usted nunca va mal. Cualquier motivo fuera de este le llevará donde Dios no quiere, y donde usted tendrá que llevar sus propias cargas independiente de él.

 

He visto un número de individuos jurar por el cielo y por la tierra que Dios los ha guiado aquí o allá, en esto y en lo otro. Pero cuando las cosas no les agradan, entonces ellos se largan jurando tan fuerte que Dios no los había guiado

 

 

 

 

 

 

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a esa cosa. Y de nuevo juran exactamente tan fuerte como antes que Dios los está sacando de esto,  a algo mejor. De nuevo se sienten tan positivos que Dios los estaba guiando en su movimiento, aunque fuera lo opuesto de lo que ellos pensaban él los había guiado antes.

 

Otros han sentido que Dios ha abierto el camino para que ellos hagan esto o lo otro por el hecho que han podido tener el dinero para el viaje, o para tener un comprador para una cosa o la otra, para tener esto y para tener aquello. Aún otro me dicen que ellos abren la Biblia al azar, y que sus ojos caen en un versículo que indica la aprobación de Dios de su progreso. Un hermano me dijo que él había lanzado una moneda y otro había encontrado una flecha India apuntando a la dirección que él debía ir. Todas estas he visto frustrarse aunque estas indicaciones fueron sostenidas como evidencias positivas de la voluntad de Dios en los asuntos bajo consideración.

 

Ahora permitanme decirles que estas indicaciones en sí mismas son sólo presunción de la forma más alta, alucinaciones y juego, en ninguna manera señales de Dios. Además, los planes de cualesquiera que están basados meramente en intereses egoístas, basados meramente en cuando y como uno puede mejorar sus proyectos privados para beneficiarse mientras profesa ser un Cristiano, yo les digo que todos estos son designios, y de ninguna manera los planes de Dios, sin importar como se abra el camino, o que ocurra. El hecho es que a Dios no se le da la oportunidad para dirigir en estas cosas, porque para darle a él la oportunidad, El dice, “Buscad primero el Reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas serán añadidas”.

 

Por lo tanto cuando usted haga el Reino de Dios

 

 

 

 

 

 

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su principal interés, entonces usted se encontrará en el lugar correcto al tiempo correcto, haciendo lo correcto y cosechando las más ricas bendiciones de Dios. Usted puede descansar seguro que él abrirá el camino y le llevará donde usted necesita estar aunque él tenga que sacarle del abismo, y decirle a los Ismaelitas que le llevan a Egipto y le pongan a trabajar el la casa de Potifar. Quizá aún le tenga que llevar a la prisión antes que le siente con Faraón en el trono. Y le haga correr de Egipto y le haga apacentar ovejas alrededor del Monte Horeb. Quizá le traiga contra el Mar Rojo mientras los Egipcios le están persiguiendo. Quizá le traiga al desierto donde no hay ni agua ni alimento. Quizá vengan el león y el oso a quitarle sus ovejas. Goliat a matar a su pueblo, y el rey le eche en el horno de fuego, o en el foso de los leones.

 

Sí, cientos y miles de cosas pueden acontecer, pero el que confía en Dios y hace bien su obra encontrará todos estos así llamados impedimentos o contratiempos, maravillosas liberaciones, y avenidas para el éxito, todas llevando los maravillosos planes de Dios, y los caminos de Dios hacia su promoción de una gran cosa a otra. Cuando usted está en el cuidado de Dios y en su control nunca diga el Diablo hizo esto o aquello sin importar lo que sea, porque él no puede hacer nada al menos que se le permita hacerlo. Siempre de a Dios el crédito.

 

Yo vine a América, no porque yo quería, sino porque Dios quiso. Y puesto que yo no conocía mi futuro trabajo, y como Dios entonces no podía hacerme entender más de lo que pudo al principio hacer entender a José su viaje a Egipto, por lo tanto yo fui sacado del país a punta de pistola como fue Moisés sacado de Egipto, aunque yo

 

 

 

 

 

 

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no había hecho nada para traer problemas sobre mí mismo. ¿Y quién suponen que guió a los rebeldes para tomarme por asalto fuera del país? ¡Nadie más que el obispo Ortodoxo Griego de la provincia! ¿Y dónde suponen que patrocinó su campaña de persecución? En la iglesia el Domingo de mañana mientras estaba en sus insignias reales y como a veinte pies de donde yo estaba.

 

En ese tiempo yo no sabía que esta era mi salida de casa a semejante tierra distante, pero ahora yo se tan bien como José supo que la esperanza de sus hermanos para derrotar el plan de Dios para él, no era sino el plan de Dios para llevarlo a Egipto. Y en lugar de desbaratar el plan, realmente hicieron que el plan se llevará a cabo.

 

Cuando las cosas van contrario a la voluntad y los caminos de uno, hoy la mayoría de los Cristianos le dan el crédito al Diablo. Sólo cuando las cosas van de acuerdo a su gusto le dan el crédito a Dios. Balaam, también, estaba contento cuando se abrió el camino para que fuera a Balac, pero cuando el ángel del Señor bloqueó el camino por el cual él estaba viajando, entonces Balaam se puso tan enojado como un perro y golpeó el asno.

 

No, nada sino usted mismo puede derrotar los planes de Dios para usted. Sean sus amigos o sus enemigos, sean bestias o reyes, los encontrará a todos inconsciente o conscientemente obrando para su bien en lugar que para su daño si usted esta haciendo lo que Dios ordena. ¡Que rico recurso es el Cielo!. ¡Y quien lo sabe!

 

Recuerde ahora, que lo que esté en su camino, sea el Mar Rojo o el Río Jordán, sea una montaña o un desierto, vendrá a ser su paso hacia adelante.

 

Semejante a esto es la justicia del

 

 

 

 

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Señor, y usted la puede tener al costo de su justicia propia. Entonces encontrará los caminos del Señor tanto más altos que los suyos como el cielo es más alto que la tierra. Cuando esto ocurra, solamente entonces entendidamente dirá, “Jehová nuestra justicia”.

 

“Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiad. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en el Señor Jehová está la fortaleza de los siglos. Porque derribó a los que moraban en lugar sublime, humilló la ciudad ensalzada, humillóla hasta la tierra, derribóla hasta el polvo. Hollarála pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos”. Isaías 26:3-6.

 

 

  

 

 

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